Esa carnadura está puesta en otro lugar. Está en las conversaciones y en las dudas que Natsume mantiene con su hermana Makiko, una antigua empleada de un snack, quien tiene deseos desde hace un tiempo de hacerse un implante mamario. Está con su editora Sengawa, quien auspicia un futuro de gloria literaria en su escritora de lujo, si esta se dedicara a escribir más y a entregarse menos al fervor de la tribulación constante. Está con Konno, una escritora de éxito que exterioriza los miedos que Natsume arrastra día y noche. Está con Aizawa, un médico joven, hijo de una inseminación artificial, cuya madre le ocultó el secreto de su concepción por miedo al qué dirán. La novela de Mieko Kawakami se detiene en esos detalles; en las largas conversaciones creadas en establecimientos cerrados (abundan los cafés, los restaurantes, los livings y los bares), que por momentos se deslizan hacia imágenes oníricas, de un realismo mágico sutil y poco abrupto, en donde se pone de manifiesto un miedo infantil de Natsume a asumir con madurez su sexualidad.

La novela toca varios temas de importancia en el Japón contemporáneo. El problema de la vivienda y los salarios, el miedo al fracaso y la disolución cada vez más marcada del núcleo familiar como unidad identitaria, tanto de poder como de estatus social. Natsume no siente placer sexual. Evita todo o físico y prefiere estar sola a estar en pareja para evitar mantener relaciones sexuales. Al mismo tiempo, siente una necesidad vital de ser madre. Las historias de sus amigas y de su hermana no colaboran con la idea de buscar una pareja estable para conformar una familia. Los hombres en Pechos y huevos no solamente brillan por su ausencia, en términos físicos, sino que las mujeres los padecen en sus decisiones; algunas son madres solteras, o son mujeres que viven bajo la sombra de maridos violentos o ausentes, o bien, son mujeres que desdeñan su maternidad y esperan la muerte de sus parejas para tomar las riendas de su vida y de su deseo. Nada de eso es lo que Natsume quiere para ella ni para su hipotético hijo o hija.

La decisión de iniciar un tratamiento de inseminación artificial pone en crisis un sistema de creencias que se vuelve hacia la propia Natsume. La idea de ser inseminada por el semen de un desconocido se convierte en un gesto político; es despejar la idea de casta y de herencia biológica que aún rige, a pesar de los años, muchos de los comportamientos sociales en el Japón contemporáneo. Si en la posguerra, la unidad familiar se desplazaba hacia la búsqueda de nuevas formas de vincularse afectivamente, el Japón post Fukushima parece hacerse el planteo de cómo hacerse cargo de aquellas viejas decisiones de aislamiento, de asexualidad y de soledad, o cómo ampliar aún más el horizonte rígido del mandato familiar que aún pesa en las conciencias de muchos japoneses. La novela – como lo pensaba Mary McCarthy y como lo enuncia Konno, la escritora de éxito – tendría esa funcionalidad social.

Pechos y huevos ha sido un verdadero fenómeno literario en Japón y en Estados Unidos. Ha vendido millones de copias, se ha reeditado en varias oportunidades, y ha puesto a Mieko Kawakami junto a escritoras clásicas como Yuko Tsushima (su imprescindible Territorio de luz fue publicada hace unos años por la editorial española Impedimenta, y tiene una relación directa con la escritura de Kawakami) o con escritoras radicales y de éxito literario como Sayaka Murata, quien también ha puesto en palabras muchas de las obsesiones que aquejan a las mujeres japonesas contemporáneas, entre las necesidad de encontrar una voz propia sin dejar de asumir las decisiones sobre el propio cuerpo como un territorio de lucha y de luz.  

Este es un contenido original realizado por nuestra redacción. Sabemos que valorás la información rigurosa, con una mirada que va más allá de los datos y del bombardeo cotidiano.

Hace 38 años Página|12 asumió un compromiso con el periodismo, lo sostiene y cuenta con vos para renovarlo cada día.

Unite a Página|12
Icono de carga
Tu navegador tiene deshabilitado el uso de Cookies. Algunas funcionalidades de Página/12 necesitan que lo habilites para funcionar. Si no sabés como hacerlo hacé CLICK AQUÍ