Las mujeres somos las más pobres, las más precarizadas, las que nos hacemos cargo mayoritariamente de las tareas de cuidado, que es trabajo, pero no remunerado. Son todas expresiones de la desigualdad de género --que el presidente Milei se empecina en negar--. Esa desigualdad es una realidad que afecta a las mujeres y diversidades en todos los aspectos de sus vidas. Si el Estado deja afuera las políticas de género, la violencia y la desigualdad crecen. Por todo esto --y seguro hay más motivos-- este viernes 8 de marzo hay que salir a las calles con el pañuelo verde. ¿De quién es la agenda sangrienta?

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