El malestar era generalizado, y el resto de los que estaban en el estadio se sumaron de inmediato a lo que se oía desde la segunda bandeja. El partido se inició y el local fue el que buscó tener el protagonismo. El gol llegó rápido para Boca, cuando apenas habían pasado ocho minutos: Milton Giménez convirtió de cabeza luego de conectar la pelota por un rebote del arquero Broun.
El festejo trajo tranquilidad, y sirvió para apaciguar el ambiente. Cavani fue otro que levantó a la gente, pero por dos acciones que recordaron la chance que desperdició ante Alianza Lima. El uruguayo intentó rematar al arco y le erró a la pelota en ambas.
Los rosarinos tomaron otra actitud en la segunda parte, y se adelantaron más en la cancha. El ingreso de Giaccone le dio más profundidad, y en varias ocasiones estuvieron cerca del empate.
Boca no renunció al ataque y también pudo aumentar la diferencia, pero el cansancio de algunos jugadores se empezó a notar. En ese aspecto, el autor del gol pudo marcar el segundo, pero no llegó a empujar la pelota luego de una jugaba combinada con Cavani.
La noche se fue perdiendo con la ansiedad por un nuevo festejo, y con el dolor interno por haber dejado escapar otra oportunidad en el plano internacional. Boca sufre y delira al mismo tiempo.
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