
Inés y Analía son dueñas de la casa en la que viven al igual que los agresores, se dedican a vender comida en la calle y lo hacen con su carrito en lugares donde hay mucha circulación de gente. Luego de la agresión de los vecinos en la puerta de su casa intentaron llamar al 911 pero no lo lograron, Inés bajó y fue a la zona del Centro Cultural Konex -en donde suelen vender comida - y les aviso a los policías que estaban en el lugar, los agentes pidieron refuerzos, detuvieron a Miguel y Julian Yanes y secuestraron el palo y el cuchillo. Para Inés y para Analía la noche fue eterna: fueron al Hospital Ramos Mejía para la curación de las heridas, después a la comisaría y finalmente regresaron al lugar donde había sucedido el ataque mortífero, su casa.
Pasaron varios días hasta que pudieron contar lo que había pasado, lo hicieron el 6 de marzo en el Parque Lezama cuando se realizaba una actividad previa al día de la visibilidad lésbica, una de las tantas que vienen haciendo desde la Asamblea Antifacista Antirracista que impulsó el enorme y masiva marcha el pasado el 1F. Inés y Analía solicitaron el micrófono y contaron lo que había sucedido, a partir de ese momento las redes de la comunidad LGTBIQNB+ se activaron en el ámbito judicial y de la salud mental, desde la Federación LGTB les brindaron asesoramiento mientras que lxs trabajadorxs del Hospital Bonaparte las orientaron para poder tener atención psicológica. “Mi pareja ya venía con problemas de salud mental y con esto se fue a pique” cuenta Inés, que sigue de cerca el proceso judicial, dice que denuncia por miedo pero también porque cree que es la forma de que no vuelva a pasar .
Pasadas las 48 horas del hecho, los Yanes fueron liberados, se ordenó una consigna en el edificio, botón antipánico y que los agresores no puedan estar cerca de las denunciantes. Se trata de una medida compleja ya que las puertas a las viviendas respectivas se encuentran a pocos metros.
Inés se encontró cara a cara con Julián Yanes a los pocos días de que las había golpeado, estaba en la vereda tomando algo con amigos: “Cuando pasé por ahí para entrar a mi casa se rieron, yo llamé a la policía y me dijeron que no era delito reírse. Yo tengo claro que no es un delito reírse, el tema es que esa misma persona es la que le dijo a mi pareja 'que linda se te ve la cara roja' después de pegarle con un palo y cortarla con un cuchillo” explica Inés con impotencia.
Es difícil no vincular este hecho con lo sucedido en Barracas en mayo del año pasado, con un desenlace no tan trágico como el de Pamela, Roxana y Andrea, a la memoria de Inés viene indefectiblemente lo que pasó en el hotel cuando un vecino prendió fuego una habitación en la que convivían cuatro lesbianas: “También pienso en las lesbianas de Cañuelas o en las que iban caminan por Recoleta y las agredieron de la nada, solo por ser lesbianas”.
El 1F miles de personas se convocaron a unas Marcha Antifacista Antirracista LGTBIQNB+, fue luego de un discurso homofóbico que al presidente Javier Milei le costó una caída significativa en las encuestas y en la que trató a los homosexuales de pedófilos con un ejemplo que, según trascendió, no estaba en el discurso original escrito por el equipo de Santiago Caputo y fue agregado por consejo del ideólogo libertario, Agustín Laje.
“Hace pocas semanas, fue noticia en todo el mundo el caso de dos americanos homosexuales que, enarbolando la bandera de la diversidad sexual, fueron condenados a cien años de prisión por abusar y filmar a sus hijos adoptivos durante más de dos años. Quiero ser claro, cuando digo abusos no es un eufemismo, porque en sus versiones más extremas la ideología de género constituye lisa y llanamente abuso infantil. Son pedófilos. Por lo tanto, quiero saber quién avala esos comportamientos”, decía Milei en el discurso.
Inés y Analia están en pareja hace tres años, no tienen redes de contención ni familia que pueda acompañarlas en el proceso judicial que les espera. De la Asamblea Antifascista y Antiracista emergió un acompañamiento vital para afrontar lo que viene, una muestra más de la importancia que tiene el fortalecimiento de las redes en tiempos en donde los discursos de odio se incrementan y son funcionales al gobierno.
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