-¿Cuáles fueron las limitaciones y las concesiones del pasaje del lenguaje literario al cinematográfico?

-No sentí muchas limitaciones. Simplemente el desafío de quedarnos sólo con un punto de vista: el del personaje central y no sumar al guion otros que no fueran el de la actriz protagónica. Eso ordenó el tiempo presente de esa actriz de una manera distinta al de la novela. Por ejemplo, implicó quitar el pasado casi en su totalidad. En la novela están los pasados de varios personajes, incluso el de la actriz. Y en la película decidimos no mostrar un pasado doloroso en la primera zona del relato. Eso coloca a este personaje en un lugar más seguro, más poderoso. Quizá si mostrábamos narrativa a través de flashbacks o lo que fuere, el pasado de los personajes iba en detrimento de lo que queríamos contar con ese personaje poderoso; no vulnerarla tampoco en el pasado. Quitando esa parte, que sí figura en la novela, se conseguía un poco lo que estábamos buscando: un personaje más autónomo, más independiente.

-¿Cómo trabajaron la intensidad y el desborde de los personajes?

-Es un personaje trans construido por las manos de una escritora travesti, como Camila. Entonces ya había algo esencialmente intenso, potente, dramático, que venía, de alguna manera, de esas entrañas. No es muy común en la literatura y en el cine que una escritora trans escriba sobre un personaje trans. Eso llevado al cine generó ciertas posibilidades de matices más intensos, más emocionales, porque había un conocimiento de todos los personajes: al estar también en la adaptación y en el set como actriz, Camila pudo ahondar y profundizar sobre esas intensidades, sobre esos desbordes. Por otro lado, está el juego actoral de esta actriz que entra y sale todo el tiempo de esta especie de dinámica teatro-vida, quizá un poco cuando vuelve al pueblo y demás, pero todo el recorrido que hace la actriz y los demás personajes permiten cierto desborde y cierta intensidad.

-El psicoanálisis no trabaja la idea de normalidad/anormalidad, no es tópico del psicoanálisis. ¿Esa es también su óptica al mirar la vida de estos personajes?

-Claro, , por eso hablo un poco de la autopercepción de los personajes. Los personajes "son" y también son el derrotero que ejercen durante el relato. Creo que el derrotero del personaje, por ejemplo, de la actriz o del abogado, está dentro de una lógica, de un sentir, de una manera de ver el mundo. Y eso adquiere una dinámica para muchos reconocible como doméstica, para otros reconocible como diferente, para otros reconocible como normal, pero hay algo que tiene que ver con el sentir y con cómo ellos ven la vida, ven esa familia. Y el deseo, un poco, también; el deseo de crear ciertos sistemas –como los sistemas familiares– ya sea como contextos, ya sea como contención. Y, por momentos, esa inevitable prisión que sienten también dentro de ese mismo sistema que ellos han creado. Va más por ahí.


Este es un contenido original realizado por nuestra redacción. Sabemos que valorás la información rigurosa, con una mirada que va más allá de los datos y del bombardeo cotidiano.

Hace 38 años Página|12 asumió un compromiso con el periodismo, lo sostiene y cuenta con vos para renovarlo cada día.

Unite a Página|12
Icono de carga
Tu navegador tiene deshabilitado el uso de Cookies. Algunas funcionalidades de Página/12 necesitan que lo habilites para funcionar. Si no sabés como hacerlo hacé CLICK AQUÍ