El siglo XX fue un período de guerras en que los Estados se recostaban en el conocimiento científico para poder tomar la delantera en una carrera armamentista que se juzgaba determinante. Todo fue tan lejos que, de hecho, terminó en las bombas nucleares que destrozaron ciudades enteras como Nagasaki e Hiroshima. En ese mundo de exilios forzosos, totalitarismos y terror en nombre de la opresión y en nombre de la libertad, se desarrolló una de las mentes más brillantes de las que el planeta fue testigo. El homenaje que realiza Argentina vale la pena; sirve para evocar la luz en medio de la oscuridad.
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