
Graciela Lois estaba desde temprano con su hija María Victoria y su yerno. Graciela militaba con Migue, el hijo menor de Lita, en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) de la Facultad de Arquitectura. Se conocieron cuando Lita llegó a Familiares para denunciar la desaparición del muchacho. Caminaron juntas. Después llegó la desaparición de Adriana, la hija mayor de Lita. No se separaron más, salvo por el exilio forzado que tuvo Lita.
“Lita era todo esto. Estaba totalmente dedicada a vivir”, dijo Graciela. “Nos unió mucho Familiares. Nos unió pertenecer a la generación de los que no están. Una generación que a veces se olvida. Somos sobrevivientes de nuestros familiares”, continuó.
Graciela estuvo casi todo el homenaje con los anteojos de sol puestos. “No quiero recordarla con tristeza, pero a veces la tristeza me invade”. Y contó que extrañaba las “llamaditas” que solían hacerse.
En el público había militancia de derechos humanos. Estaban, entre otros, Verónica Castelli, Victoria Montenegro, Adriana Taboada, Lorena Battistiol, Manuel Goncalves Granada, María Elena Naddeo, Eduardo Tavani, Cristina Muro, Ernesto Lejderman, Claudio Morresi, Alicia Furman, Diego Morales y María José Guembe. También se encontraban el camarista Alejandro Slokar, el extitular de la Procuraduría de Crímenes Contra la Humanidad Jorge Auat y el abogado Rodolfo Yanzón.
Taty Almeida, presidenta de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, la recordó siempre con su sonrisa amplia. “A pesar de que perdió a sus dos únicos hijos”, acotó. Su amiga siempre se definía como de Boca y peronista.
Taty le pidió a Cintia, que cuidó a Lita en sus últimos días, que se acercara. La muchacha recordó, con mucha emoción, que le agarraba la manito, y que se fue en paz.
–Querida Tana– le habló Taty a Lita– Yo estoy segura de que, en algún lado, estás con Miguel Ángel y Adriana. Vas a estar siempre por todo lo que nos has dejado.
Virginia, sobrina de Lita, compartió un texto y Nora Gilges dijo que solo podía hablarle a ella. “No necesitamos despedirte porque te llevamos puesta”, se emocionó.
De a poco, todos y todas salieron y se acercaron hasta el río. La despidieron cantando. “Bella Ciao”, cantaron mientras repartían la letra entre quienes se acercaron a despedirla y a honrar su amor por la vida.
–Hay que cantar la marcha peronista– se escuchó.
Y, como no podía faltar para despedir a Lita, se cantó la marchita. Mientras el río se iba tornando plateado. Y los claveles rojos y blancos caían a las aguas para nadar con Lita, otros entonaban el himno “para que reine en el pueblo/ el amor y la igualdad”.
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