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La ópera prima de Axel Monsú, realizada en parte gracias a los aportes del INCAA en la era pre-Milei y a diversos financiamientos de su provincia de origen, Misiones, lleva las marcas de un realizador con sensatez y sentimientos, los cinematográficos y los humanos. La historia que narra Por tu bien podrá ser sencilla y universal, pero es en los detalles donde pueden hallarse sin esfuerzo sus bondades. La protagonista es Zulma (notable Sabrina Melgarejo), una adolescente de un pequeño pueblo misionero cercano a la frontera con Brasil que se encuentra cursando los últimos años de la escuela secundaria y sueña con un futuro junto a un chico de la zona. Sus padres, siguiendo tradiciones que dejan de lado los sentimientos de la muchacha, convienen un matrimonio con un joven de un paraje vecino, el hijo de una familia tradicional muy religiosa que ya está en edad de desposarse. El tiempo es el presente, pero Monsú elimina ciertas marcas contemporáneas (no hay aquí teléfonos celulares, por caso) para erigir cierto aire atemporal.

Sosteniendo, con algunas pocas excepciones, el punto de vista de Zulma, Por tu bien describe el derrotero de esa joven obligada a formar un matrimonio dejando de lado cualquier deseo personal. Eso incluye la mudanza a la casa de sus nuevos familiares políticos y, en la tradición rural, convivir junto a los suegros y cuñada en el marco de una típica granja y el esforzado trabajo cotidiano bajo el sol, el viento o la lluvia. Lejos del estereotipo, los Prette, cuya dinámica gravita alrededor del pater familias (el reconocido actor televisivo Gastón Ricaud), asisten a la iglesia evangelista de la cual son con metódico rigor, pero al mismo tiempo el consumo de alcohol durante una reunión comunal deja en claro que ciertos preceptos son supeditados por la influencia de otra clase de tradiciones. En casa, las mujeres lavan los pies de los hombres luego de las faenas en el campo y son ellos quienes ostentan el derecho de almorzar primero, mientras ellas observan y esperan su turno.

Ese es el mundo, alejado de su propia crianza, del cual Zulma comienza a formar parte. Ya en la ceremonia de casamiento, las palabras del sacerdote –“Las mujeres deben respetar a su marido como al Señor, porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la cabeza de la Iglesia”– anticipan las reglas básicas de convivencia intrafamiliar. Al mismo tiempo, el guion escrito por el propio Mansú, en colaboración con Sergio Acosta, siembra pistas de algunas conductas y acontecimientos que sólo se harán evidentes para Zulma más adelante: una mirada desaprobadora del padre hacia su hijo David, quien debió sacrificar su anhelo de seguir el llamado religioso y el celibato para casarse, o las lágrimas apenas contenidas y sin razón aparente de la hija de los Prette durante un viaje al pueblo cercano junto a su padre. De a poco, Por tu bien comienza a sumar a su registro descriptivo el empuje de una rebeldía que crece en paralelo a la panza de una embarazada Zulma.

Monsú utiliza de forma inteligente y sensible el formato panorámico, no sólo en las escenas de exteriores sino también puertas adentro, donde la asfixia del nuevo hogar comienza a ser cada vez más intolerable. Es, sin embargo, en el registro naturalista de la interacción verbal o silenciosa entre los personajes, apoyado en un muy buen trabajo de los actores no profesionales y experimentados que conforman el reparto, donde Por tu bien encuentra el secreto de su éxito creativo. La historia que cuenta la película –basada en un caso real, según afirma una placa al comienzo de la proyección, que bien podrían ser muchos otros similares– no es una fábula y excluye la posibilidad de la moraleja, pero la heroína es tan poderosa como su incipiente desobediencia a los mandatos.

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